La córnea permite que la luz penetre en el ojo. A medida que la luz pasa a través del ojo, el iris cambia su forma al expandirse y permitir que pase más luz o al contraerse y permitir que pase menos luz para cambiar el tamaño de la pupila. Posteriormente, el cristalino cambia de forma para permitir un enfoque cuidadoso de luz en la retina. La luz excita los fotoreceptores que, paulatinamente, mediante un proceso químico, transmiten señales nerviosas al cerebro a través del nervio óptico. Finalmente, el cerebro procesa estos impulsos nerviosos y los traduce en forma de visión.
Se recomienda utilizar los navegadores IE9 o superior, Firefox o Google Chrome para visualizar mejor los contenidos de A.D.A.M.