Se puede llevar a cabo un examen de sangre entre las semanas 15 y 22 del embarazo para determinar si un bebé está en riesgo de padecer ciertos defectos congénitos. La sangre se saca de una vena y la muestra se envía a un laboratorio para su análisis. Si la prueba es anormal, se pueden realizar otras pruebas para descartar defectos congénitos.
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