La fiebre es una parte importante de las defensas del cuerpo contra la infección. La mayoría de las bacterias y virus que causan infecciones en humanos prosperan mejor a 98,6°F (37°C) y la elevación de la temperatura corporal en unos cuantos grados puede ayudar al cuerpo a combatir la infección. Además, la fiebre activa el sistema inmunológico del cuerpo para producir más glóbulos blancos, anticuerpos y otros agentes para combatir la infección.
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