El contacto cutáneo con plantas venenosas y sustancias químicas, los rasguños de animales y picaduras de insectos pueden provocar reacciones alérgicas, así como la ingestión o inhalación de sustancias como el polen, la caspa animal, el moho, el polvo, las nueces y mariscos. Los medicamentos como la penicilina y otros antibióticos también deben tomarse con mucha precaución para asegurar que no provoquen una reacción refleja de tipo alérgico.
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