A las mujeres embarazadas se las insta enfáticamente a no consumir alcohol ni fumar durante el embarazo. Estas sustancias pueden causar muchas complicaciones durante el embarazo, tienen efectos dañinos en el desarrollo del feto y pueden contribuir a otros problemas médicos a medida que el niño crece.
Cuando una mujer embarazada consume alcohol, éste viaja a través de su torrente sanguíneo y luego hacia el feto. Esto significa que cuando una mamá toma un vaso de vino, su bebé toma una copa de vino también. Además, el consumo de alcohol puede llevarla a comer menos, lo que la hará perder fuentes de nutrientes.
El consumo de alcohol durante el embarazo puede llevar a fetopatía alcohólica (FAS, por sus siglas en inglés). Este síndrome incluye defectos congénitos físicos y mentales y problemas de crecimiento asociados con los altos niveles de consumo de alcohol de la madre durante el embarazo.
Un síndrome más leve llamado efecto del alcohol en el feto (FAE, por sus siglas en inglés) se caracteriza por problemas de comportamiento y retrasos del desarrollo.
El riesgo de daño a raíz del consumo de alcohol durante el embarazo está estrechamente relacionado. Cuanto más beba, mayor será el riesgo de problemas. Dado que no hay una cantidad de alcohol que se considere "segura", las mujeres embarazadas y las que están tratando de quedar en embarazo no deben tomar alcohol en absoluto.
La misma regla se debe aplicar a las fumadoras. El tabaquismo dificulta aún más el hecho de quedar embarazada, es peligroso para su bebé durante y después del embarazo y dificulta más la recuperación del parto. El tabaquismo priva a los óvulos, el embrión y el feto de oxígeno, lo cual puede causar envejecimiento ovárico acelerado, un mayor riesgo de aborto espontáneo y bebés con bajo peso al nacer. Una vez que el niño nace, hay una mayor probabilidad de que presente inconvenientes de desarrollo como problemas mentales y de comportamiento.
La cafeína también puede afectar al feto. En pequeñas cantidades durante el embarazo no representa un problema, pero se desaconseja enfáticamente el consumo de grandes cantidades. La cafeína, al igual que el alcohol, viaja a través del torrente sanguíneo hasta la placenta y puede tener un efecto negativo en su bebé. Debido a que la cafeína es un estimulante, aumenta su frecuencia cardíaca y el metabolismo, los cuales afectan directamente al bebé. La Academia de Nutrición y Dietética (Academy of Nutrition and Dietetics) recomienda mantener el consumo de cafeína por debajo de 300 miligramos al día. Esto es aproximadamente una o dos porciones de café, té y otras bebidas que contienen cafeína por día. Las bebidas que contienen cafeína abarcan:
Tenga en cuenta que, en algunas mujeres embarazadas, la cafeína puede causar náuseas y acidez gástrica.