La leche materna es la mejor fuente de nutrición para los bebés lactantes. Contiene las cantidades apropiadas de carbohidratos, proteínas y grasas. También proporciona las enzimas digestivas, minerales, vitaminas y hormonas que todos los lactantes necesitan. La leche materna también contiene valiosos anticuerpos de la madre que pueden ayudar al bebé a defenderse de las infecciones. Los estudios también sugieren que la lactancia ayuda a las madres a bajar el peso que han subido durante el embarazo, reduce el riesgo de diabetes en la madre y que los bebés amamantados tienen coeficientes intelectuales más altos.
Los bebés lactantes sanos cuentan con reservas adecuadas de hierro que duran hasta los 8 meses de edad. A esta edad, pueden empezar a comer alimentos ricos en hierro. El pediatra o el nutricionista pueden recomendarle suplementos de fluoruro en las comunidades donde el agua no está fluorada (áreas con menos de 0.25 ppm de fluoruro) o si usted utiliza agua embotellada.
La leche de vaca por sí sola es inapropiada para los lactantes menores de 1 año de edad. El niño puede desarrollar una alergia a los productos lácteos si se da leche de vaca demasiado pequeño en su vida. Si bien la leche de vaca contiene la mayoría de los mismos componentes que la leche materna, éstos no se encuentran en las mismas cantidades. La leche de vaca también carece de factores inmunitarios, llamados anticuerpos, que ayudan a proteger a los bebés lactantes hasta que su propio sistema inmunitario se desarrolle por completo.
Las leches maternizadas preparadas comercialmente se pueden basar en la leche de vaca desnatada, proteínas de suero o proteínas de soya. Con el fin de proporcionarle al lactante una dieta balanceada, las leches maternizadas vienen fortificadas con carbohidratos, grasas, minerales y vitaminas. No obstante, los anticuerpos presentes en la leche materna nunca se le pueden agregar a la leche maternizada.
La leche es producida en las mamas, dentro de glándulas pequeñas en forma de saco (alvéolos). Estos sacos se desarrollan a partir de la estimulación hormonal específica (estrógeno, progesterona, prolactina de la pituitaria y lactógeno de la placenta), que comienza entre los cuatro y los seis meses (segundo trimestre) del embarazo.
La mama humana no acumula grandes volúmenes de leche, contrario a la de la vaca. La mayoría de la leche que su bebé ingiere durante la lactancia materna se produce durante el amamantamiento. La succión estimula la liberación de una hormona (prolactina) que, a su vez, estimula la producción de leche. La succión también causa la secreción de otra hormona (oxitocina). La oxitocina, a su vez, estimula la contracción (o el "reflejo de la bajada o descenso de la leche") de las glándulas lácteas. La leche es exprimida desde la glándula láctea hacia los conductos lácteos y hacia el pezón.
Al principio de la alimentación, la leche es azulada y contiene lactosa y proteínas, pero poca grasa; se le denomina calostro. Al final de la lactancia se produce la leche posterior. La leche posterior contiene más grasa, la principal fuente de energía de su bebé. Si la leche materna se deja reposar durante media hora después de haber sido extraída, la "crema" se separa y flota en la superficie de la porción acuosa. Esto sucede porque la leche materna no es homogeneizada. La homogeneización es el proceso a través del cual la porción acuosa y la porción grasa de la leche se unifican en "una sola".
Algunas madres perciben una sensación de hormigueo a medida que la leche empieza a salir de la mama, debido al reflejo de salida de la leche. La mejor forma de controlar si se ha iniciado este reflejo de salida de la leche es observando los patrones de succión y respiración de su bebé. Al comienzo de una alimentación, usted notará el siguiente patrón: succionar, succionar, succionar, tragar, succionar, succionar, succionar, tragar. Este patrón puede durar hasta 30 segundos, pero puede ser más largo. A medida que continúa el reflejo de salida de la leche, el patrón puede ser descrito como tragar: un trago, respiración profunda, un trago, respiración profunda. Este patrón puede durar entre 2 y 4 minutos. Su bebé tal vez desee alimentarse de esta mama por más tiempo (quizás 15 o 20 minutos) con el fin de obtener más grasa de la leche final o para satisfacer la necesidad de succión. Se solía aconsejar a las madres que amamantaran 10 minutos cada lado. Ahora, los expertos aconsejan mirar al bebé, no el reloj. Permita que su bebé se desprenda de la primera mama cuando él esté listo y luego trate de cambiárselo a la otra mama. Si no está interesado, está bien que se alimente de un solo lado por cada comida. Simplemente trate de comenzar por el otro lado en la próxima comida, de manera que usted no tenga un desequilibrio ni se congestione la otra mama.
Su suministro de leche se establecerá durante los primeros días y semanas posteriores al nacimiento de su bebé. Dar el pecho temprano (durante la primera media hora) y con frecuencia (a petición o de 8 a 12 veces al día) le permite amamantar cómoda y eficientemente. Normalmente, a un lactante le toma menos de un minuto estimular el reflejo de salida de la leche.
Usted debe sentir poca molestia o dolor cuando se amamanta adecuadamente.
En 6 a 8 semanas, su suministro de leche se ajustará a las necesidades de su bebé. Antes de ese tiempo, usted puede sentir sus mamas demasiado llenas o demasiado vacías. Las alimentaciones frecuentes y cómodas mantendrán su suministro de leche. Dicho suministro aumentará o disminuirá dependiendo del hambre de su bebé y de la intensidad de la alimentación (demanda o consumo de la leche). Los cambios en su suministro de leche ocurrirán al cabo de uno o tres días después de las variaciones en la demanda o consumo de la leche. Cada pocas semanas, puede parecer que su bebé quiere comer todo el tiempo. Se cree que esto ocurre cuando se apresta a una etapa de crecimiento. Unos pocos días de amamantamiento intenso son su manera de decirle a las mamas que aumenten la producción de leche.
Cuando almacene la leche para utilizarla posteriormente, lave sus manos antes de extraerla (o succionarla). Utilice contenedores que hayan sido lavados en agua caliente y jabonosa, y que estén bien enjuagados o lavarlos en el lavaplatos. Siempre póngale fecha a la leche antes de almacenarla. Para más información vea "Bombeo y extración de leche de seno".
La leche refrigerada y la leche congelada deben calentarse bajo el chorro de agua tibia de la llave. Nunca caliente la leche materna en el microondas; el calentarla demasiado destruye los nutrientes valiosos y "el calor excesivo" puede quemar a su bebé.